1809.- Decide.


Cuando vemos que en todas las épocas
y desde todas las culturas y creencias,
se ha despertado a nuestra verdadera naturaleza y gozado la iluminación suprema de vivir con la atención
en libertad.

Deberíamos darnos cuenta de que ello
no puede depender de las vestiduras,
ritos, ceremonias o imágenes
que en cada caso eran diferentes.

Ni tampoco las distintas explicaciones
de quienes han tenido la experiencia de la liberación pueden ser definitivas,
pues nada parecen tener en común.

Qué hacer entonces?

Cómo nos aproximamos
a nosotros mismos
y dejamos de sufrir?

Qué camino será
el correcto para nosotros?

Es el budismo, el advaita,
el sufí, el zen?

Tenemos que buscar, meditar,
pensar, adorar o creer?

Hemos de escapar de donde estamos,
renunciar a nuestra vida,
viajar lejos, cambiar de cultura?

El Camino verdadero es el de cada cual,
porque han de desmontarse
los contenidos personales
que cada quien atesora
y que en todos son distintos.

Unos accedemos casi de inmediato
a nuestra naturaleza original
y otros pasamos la vida dando vueltas
por el samsara buscando fantasías.

Pero todos morimos
y en la muerte el cuerpo y la persona
desaparecen, dejando solo
lo que siempre fue.

La intención y la dedicación,
no el camino,
es lo que decide quién puede
rebasar la dualidad en vida
y quien deberá esperar a la muerte.

Porque el despertar de la ilusión
que se produce en algunos de nosotros,
lleva ya consigo su fruto.