No es fácil retirarle
la atención al intelecto.
A todas sus ideas,
pensamientos, conceptos,
imágenes y recuerdos.
Pero si nos habituamos
a hacerlo no es nada
del otro mundo.
Lo difícil es sentarse
en alguna postura rara
para tratar de pararlo.
Tanto esfuerzo innecesario
y totalmente equivocado
solo puede conducir
a algún tipo de enfermedad.
Tenemos el intelecto
para usarlo, no para que
nos use a nosotros.
Pero eso no significa
que debamos pretender
controlarlo o anularlo.