155.- La iluminación.



Alcanzar la Iluminación es tan complicado,
sólo porque tenemos el concepto
de que es un estado de ser
estable, beatífico y superior
muy difícil de lograr
por unos pocos elegidos.

Pero no es cierto.

Buscamos la iluminación razonando,
entendiendo, comprendiendo,
asimilando, practicando,
intentando, pensando,
meditando, aprendiendo,
deseando, paso a paso, poco a poco,
mirando al futuro, logrando,
acumulando, aceptando,
deshechando, anhelando.

Pero todo esto es el proceso intelectual
al que prestamos toda nuestra atención.

Cuando se detiene,
se produce el despertar.

Y nuestra atención,
antes cautiva del pensamiento,
se fija en el mundo y en nosotros mismos,
que claramente son de nuevo uno.

Es así de sencillo.

Uno se siente agradecido pero estúpido.

Ninguna de nuestras expectativas ha sido satisfecha.

Lo ocurrido ha sido inesperado.

Todo es como era pero ahora
simplemente es lo que es
y encaja a la perfección.

Y se produce una gran alegría.

Y no hay más peso.

Es el gozo sin objeto.

La bienaventuranza.

Si nuestra búsqueda
alimenta el proceso intelectual,
no saldremos jamás de allí con vida.

 Mejor abandonemos,
soltemos,
 olvidemos la iluminación
y nuestros objetivos,
dejémonos llevar.

Y si por falta de combustible
un día los pensamientos callan,
sabremos lo que es el despertar.