Nada como sentirse
absolutamente vacío
absolutamente vacío
y a punto de comenzarlo todo
de nuevo,
otra vez.
de nuevo,
otra vez.
Dispuesto a lanzarse cuesta abajo
con una sonrisa,
con una sonrisa,
sin importar la velocidad,
el destino,
el destino,
o el resultado en la caída.
Y sin más objetivo que divertirse
por el camino,
por el camino,
mirando aquí y allá
sin fijarse en nada,
sin fijarse en nada,
sin intentar nada, sin pretensiones,
ni expectativas.
ni expectativas.
Y es que cuando uno lo abandona todo,
hasta lo que considera su yo, su entidad,
su esencia, su persona.
Cuando uno se deja morir
y se rinde ante lo que ni controla,
ni conoce,
ni conoce,
es cuando todo se unifica
en un gozo tan impresionante,
que nada más puede caber.
Vivir es realmente
la maravilla de las maravillas.
la maravilla de las maravillas.