972.- Agujeros.



Mirando el mundo
del pensamiento desde afuera,
uno se da cuenta de que se trata
de hacer agujeros en la arena,
para después llenarlos otra vez.

Y no es que tratemos de cubrirlos
para dejarlos como estaban,
sino que hacemos agujeros nuevos
y la arena que obtenemos
la echamos con sumo cuidado
donde precisamente
tenemos indicado.

Lo que importa es la arena
y el lugar donde la depositamos,
no el agujero
y mucho menos el trabajo
que cuesta cavarlo
y transportar la arena.

Parece muy importante
llenarlos con partes precisas
de lo que sale de este,
de aquél y del de más allá,
hasta terminar de cubrir exactamente
todos los que tenemos
frente a nosotros.

Las tareas
y los agujeros de los demás
nos dan igual.

Como si todos viviéramos
permanentemente
en una enorme playa,
armados con palas y cubos,
indiferentes a todo
salvo a cavar
y cubrir los dichosos agujeros,
en un interminable
e inútil trasiego
de cubos, palas,
gentes y arena
de aquí para allá.