859.- Tragedia.



Nuestra única prisión posible
es la interminable cadena
de pensamientos conceptuales
en la que vivimos atrapados.

Esa es nuestra cárcel.

Solo ahí reside la insatisfacción
permanente que sentimos
al creer ser un sujeto estable.

En un mundo en perpetuo cambio,
luchando por ajustarlo todo
a nuestros deseos
y por hacerlo además perdurar
así para siempre.

Al final,
al morir,
cuando la fuerza de la vida
deja de ser suficiente
y nos tenemos que marchar,
nuestra atención regresa
a su libertad original.

Y entonces nos damos cuenta
de que los pensamientos
habían sido solo humo,
pero ya sin posibilidad alguna
de volver y vivir.

No puede haber
mayor tragedia.