812.- Sin más.



Somos la encarnación de karma.

Por eso,
si nos dejamos llevar
por esa fuerza que somos,
alcanzamos sin duda la felicidad.

El intelecto crea un mundo conceptual
de opuestos para un nosotros que,
buscando su propio beneficio ilusorio
y equivocado,
sufre a lo largo de su vida
deseando unas situaciones
y rechazando otras.

No nos damos cuenta
de que no somos el personaje,
sino los mismos acontecimientos
que suceden sin cesar
y sin separación entre ellos,
buscando su reposo.

Ceder ante este acontecer,
lo cual se logra siguiendo el camino
de la menor resistencia
y no complicándolo todo más
con nuestras acciones y reacciones,
es hallar la paz
y la liberación del gozo de vivir.

Pero también podemos emplear
nuestra voluntad para operar
en el intelecto y variar,
modificar, cancelar o crear nuestro karma.

Esa fuerza enmarañada que somos
y que es maleable
según sus propias reglas de opuestos.

Y abandonarnos luego
en este nuevo paisaje
que nunca será mejor,
ni peor que el anterior,
sino diferente.

Así,
algunos renunciamos a la lucha
por elegir el dónde
y nos abandonamos sin más
alcanzando en ese mismo gesto,
el estado beatífico y reposado
en el que todo es lo que es sin más,
del que podemos entrar
y salir libremente sin más miedos,
expectativas o limitaciones.