No me interesa lo que cuentan,
ni lo que ocurre.
Ni siquiera lo que me pasa a mi.
Hago lo que hago cuando lo hago
y en paz regreso a la calma.
Sencillamente porque mi atención
no está en ningún lugar
el tiempo suficiente
como para armar algo
y empezar a pensar
y a sentir sobre ello.