Tras mis gafillas antigüas
y mi aspecto de imbécil,
es en mi todo tan intenso
y tan sobrecogedor
que me arde,
me quema,
y me duele.
Cada gesto
es la vida entera.
Cada instante
contiene lo que ha sido,
lo aún por ser y más allá.
Me gustaría detenerme
y recogerlo todo
pero no puedo.
Y es muy posible
que en ese querer
y no poder
estribe la magia
y el gozo que siento
al vivir.