586.- Aquél.




Apareció al final de la tarde,
fue de improviso,
no hice nada para que llegara.

No hubo lugar para el deseo,
lo iluminó todo de repente,
aatrapó por completo mi atención.

Pero poco a poco se fue marchando,
hasta que no quedó ni su ausencia,
aunque aún lo recuerdo con claridad.

Aquél rayo de sol en mi ventana.