564.- Del placer, la felicidad y el gozo.





Cuando vivimos pensando,
nuestro estado de insatisfacción
es permanente en un grado o en otro.

Porque la función del pensamiento
es combinar conceptos
y generar preguntas
cuyas respuestas se convierten siempre
en nuevas preguntas a contestar.

Esta insatisfacción perenne
justifica la búsqueda del placer,
que al ser efímero
trae consigo la promesa del dolor
que se siente cuando aquél pasa.

Así iniciamos la persecución
de ese placer duradero
al que llamamos felicidad.

Pero si todo placer es impermanente
y la felicidad es un placer permanente,
la felicidad es inalcanzable por definición.

Un concepto fallido
que nunca podremos poseer.

Al retirar la atención del flujo interminable
de pensamientos conceptuales,
uno se hace consciente
de su verdadera naturaleza original
y siente un inmenso gozo
cuya forma es todo el universo.

Este gozo sí es permanente
y aunque tampoco se puede alcanzar o lograr
porque es lo que verdaderamente
somos desde siempre,
sí se puede uno hacer consciente de él
liberando la atención
y dejando que vaya y venga libremente
sin quedarse detenida en ningún lugar.