Cuando vivimos pensando,
nuestro estado de insatisfacción
es
permanente en un grado o en otro.
Porque la función del pensamiento
es combinar conceptos
y generar preguntas
cuyas respuestas se convierten siempre
en nuevas preguntas a contestar.
Esta insatisfacción perenne
justifica la búsqueda del placer,
que al
ser efímero
trae consigo la promesa del dolor
que se siente cuando aquél pasa.
Así iniciamos la persecución
Así iniciamos la persecución
de ese placer duradero
al que llamamos felicidad.
Pero si todo
placer es impermanente
y la felicidad es un placer permanente,
la felicidad es
inalcanzable por definición.
Un concepto fallido
Un concepto fallido
que nunca podremos poseer.
Al retirar la atención del flujo interminable
Al retirar la atención del flujo interminable
de
pensamientos conceptuales,
uno se hace consciente
de su verdadera naturaleza
original
y siente un inmenso gozo
cuya forma es todo el universo.
Este gozo sí
es permanente
y aunque tampoco se puede alcanzar o lograr
porque es lo que
verdaderamente
somos desde siempre,
somos desde siempre,
sí se puede uno hacer consciente de él
liberando la atención
y dejando que vaya y venga libremente
sin quedarse
detenida en ningún lugar.